¿Por qué los extraterrestres no tienen contacto masivo con el ser humano?


Allá donde las estrellas bailan y los planetas susurran secretos ancestrales, los ojos de lo desconocido observan nuestro diminuto mundo con asombro y cautela.

¿Por qué, se preguntan, no hacen contacto masivo con los humanos? La respuesta yace en lo mezquino de nuestra propia historia, donde la deshumanización y la crueldad han tejido una red de dolor que se extiende como una sombra sobre la tierra.

Desde tiempos inmemoriales, hemos sembrado semillas de destrucción, cosechando campos de desolación en lugar de jardines de paz. Nuestros corazones, una vez llenos de promesas de bondad, se han endurecido con el paso de los siglos, como rocas erosionadas por el viento implacable del egoísmo y la avaricia.

Los extraterrestres, testigos silenciosos de nuestras hazañas, ven más allá de nuestras fronteras físicas y sondean el abismo de nuestra alma colectiva. Encontrando un paisaje desolado de desconfianza y traición, optan por la prudencia en lugar de la imprudencia, observando desde la distancia con una mezcla de compasión y cautela.

Pues, ¿cómo podrían confiar en una especie que se ha olvidado de su propia humanidad, que ha perdido el rumbo en el laberinto de su propia creación? ¿Cómo podrían acercarse sin temor a ser devorados por la vorágine de nuestra propia oscuridad?

Así, en el silencio de la noche, lo extraterrestres observan desde lejos, esperando el día en que la luz de la empatia, respeto, amor y la sabiduría, brille una vez más sobre el ser humano, permitiendo que florezca una nueva era de entendimiento y armonía en el vasto universo.

Así, es como los seres de otras galaxias observan con tristeza y compasión, esperando el día en el que despertemos del letargo de la desesperación, hacia un corazón abierto y una mente clara, dispuestos a sanar las heridas del pasado y abrazar un futuro de luz y redención en el lienzo del cosmos.

           Marciano Dovalina

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